El teatro

Es un reto muy importante, y empiezo a comprender lo que sintió Ignatius en el puesto de vendedor de salchichas.

más allá. viene de atrás

Ya hemos llegado a la entrada cincuenta. En la cien seré un chorrito de plata.

felicidades a las pilares

Todo el día va a llover porque ya es de noche a las tres de la tarde, así que me dejo caer en un placentero estado depresivo. Estas cosas me afectan ya que soy escritor y tengo amigos poetas. Enciendo una vela con olor a fresa ácida por cada uno de ellos y convierto mi gabinete en un entierro de tercera. Estas tardes, que asemejan noches, son ideales para divagar sobre lo divino, con cuatro jarras de sangría. Suenan desatendidas las canciones de Lennon y podría estar esperando la llamada durante unas horas más.
Todo el gabinete va a caer porque ya es tarde, y los escritores no saben escribir. No tengo amigos, ¿qué decir de los poetas? Los poetas se apagan, y no quiero ir a ningún entierro.
John sigue ahí, cantando stand by me, el hijo de puta. John ha sido degradado, destinado a una estantería de las cutres. Pero yo le saqué de ahí, tal vez un día podamos ser amigos. Nunca ha sucedido, pero las cosas que digo tampoco tienen mucho sentido, con o sin sangría. El grupo sigue.
Y hace sol. Buenas noches, dijo el farolero, entre otras cosas.

Bernardo y el Péndulo de Fucol

Eramos pequeños, Bernardo nos llevó al Museo de la Ciencia de Barcelona. La estrella era el Péndulo de Fucol. No entendía nada; me quedó claro que al final del día todas las barras -las engreídas y las no-, una tras otra, irían cayendo al suelo. Todas brillaban con la luz.

Las paredes que rompí

Despierto en un paso a nivel,
con mi debilidad por tus gemelos
puedo cruzar la realidad
reafirmando con un pincel
La arena irrespirable
se lava.
Acabarás esa pared,

Boda Constrictor

Si, hemos vuelto a viajar,
ha vuelto y quiere instalarse
¿Ayer salisteis por ahí?
No había ahí,
un bulto en la entresemana.